Las fuentes más optimistas hablan de incrementos exponenciales en la venta de vehículos eléctricos de hasta 125 millones en 2030 y crecimientos recientes de un 54%, con una alta contribución de China a este ratio. Por otra parte, los nuevos modelos de movilidad se implantarán radicalmente en un horizonte no muy lejano. Lo cierto es que, aunque existe gran incertidumbre, todos somos conscientes de que las cosas cambiarán mucho, y pronto algunas de las incógnitas actuales quedarán resueltas.
Si analizamos como está afrontando la industria de automoción estos cambios, vemos que, mientras los grandes actores están estableciendo sus planes de desarrollo (con más o menos innovación), no está tan claro que esto esté ocurriendo en toda la cadena de valor. De hecho, la postura de la industria tradicional es bien diferente de las estrategias que están adoptando los nuevos agentes que entran en el sector.
Por una parte, están los “viejos conocidos” retos, no por ello siempre bien conducidos, como son la interminable reducción de márgenes, combinada con el impacto que puede tener en el negocio la desaparición de procesos tradicionales; la incorporación de nuevas tecnologías de fabricación; la necesidad de flexibilización extrema; los requerimientos de integración de la cadena de suministro, los nuevos requisitos de trazabilidad o los deberes pendientes en materia de control y monitorización de procesos suponen importantes retos no siempre fáciles de afrontar.
A esto se unen los retos de la sostenibilidad, impulsar el conocimiento tecnológico a todos los niveles, o la urgente necesidad de innovación en producto/proceso con horizontes no siempre claros.
Las empresas tecnológicas que están entrando en el sector pueden tener algunas ventajas competitivas, pero también importantes barreras que solucionar: volatibilidad de las soluciones, la propia incertidumbre del escenario final, la falta de experiencia en un mercado con años de historia…
Todo esto nos lleva a reflexionar sobre qué líneas de trabajo hay que activar inexcusablemente:
La formación de tecnólogos de proceso totalmente comprometidos con la innovación, permitirá obtener altísimos ratios de retorno de la inversión
No es la primera vez que hablamos de este tipo de actuaciones, y si bien observamos cierta inquietud por conocer como este proceso de transformación pueden contribuir a mejorar la posición competitiva de nuestras empresas, se echa en falta plantes integrales con un enfoque holístico. La bonanza actual no debe confundirnos.
Los planes a corto nos permitirán mantener los márgenes controlados, pero sobre todo deben ayudarnos a financiar los planes de transformación a largo plazo. Es fundamental establecer planes evolutivos, pero también revolucionarios, que nos permitan innovar y seguir siendo competitivos.
Conclusiones
Los escenarios industriales futuros combinarán un incremento del peso tecnológico con un papel reforzado de las personas como alma del sistema. Los entornos TIC tradicionales no son suficientes para este reto tecnológico, y requieren un mayor desarrollo para convertirse en la inteligencia tecnológica de la planta, aportando conocimiento a todos los niveles: gestión y operación.
Además de conseguir un vuelco en las formas de gestión en planta, la formación de tecnólogos de proceso totalmente comprometidos con la innovación, permitirá obtener altísimos ratios de retorno de la inversión que supone esta transformación global.
Por último, recordar que en este camino vamos a encontrar muchas opciones, no todas válidas para nuestro negocio. Sin embargo, el simple hecho de experimentarlas nos va a ayudar a generar fuentes de inspiración.
Se están generando muchas oportunidades, pero solo los que hagan los deberes, tendrán plaza en este tren.
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